La presión social de la indiferencia
“Desde siempre nos han inculcado la absurda idea de que debemos mostrar desinterés para atraer la atención de alguien.
Nos enseñan a aparentar que todo nos da igual, a no escribir hasta que nos escriban, a comportarnos con frialdad y desinterés para mantener el control.
En resumen, a no mostrar ningún tipo de interés.
Yo intentaba seguir estas reglas, tratando de hacer lo que la sociedad esperaba de mí.
Recuerdo que hace muchos años un chico me preguntó si me gustaba recibir flores.
Le respondí que era muy cursi, aunque en realidad, me encantaría recibir flores, especialmente peonías.
Decía esto porque creía que debía parecer indiferente, aunque en el fondo deseaba lo contrario.
El problema era que muchas personas son expertas en mostrar cero interés o en actuar como si nada les afectara.
Pero para mí, era extremadamente difícil comportarme de una manera que no reflejaba mi verdadera personalidad.
Hacía el esfuerzo e intentaba. Hasta que una amiga me dijo que si ser indiferente no era fácil para mí, no tenía por qué forzarme a serlo.
Mostrar interés era mi forma de ser y no tenía por qué cambiarla.
Entender esto me costó varios disgustos. Pero ahora soy feliz porque ya no me importa. No me importa que la moda sea ser distante.
No me importa que eso sea el ‘secreto’ para atraer a otras personas.
Estoy harta de vivir en una sociedad que solo mira su propio ombligo y adora su ego.
Este año, voy a trabajar en reducir mi ego. No soy tan importante como creo, y sobre todo, no soy tan indiferente como me han hecho creer.
Así que, empecemos a mirar más a los demás y, por una vez: normalicemos mostrar interés”, escribió Estefanía.
Una tendencia en crecimiento
No es la única que piensa así. En los últimos dos años, esta frase se ha transformado en una especie de campaña entre quienes buscan ser más honestos y auténticos en sus relaciones afectivas.
La diseñadora gráfica Eleonora Aldea también la compartió en su cuenta de Instagram, obteniendo más de 7 mil “me gusta”.
Comentarios y cambios en la dinámica social
La mayoría de los comentarios coincidían en que ya está pasado de moda hacerse el interesante y que ahora la dinámica debería ser al revés, es decir, no prestar atención a quien no muestra interés.
Para la doctora en psicología, académica e investigadora Carolina Aspillaga, la idea de no mostrar interés, o el popular “juego de la indiferencia”, tiene su raíz en que el deseo requiere de cierto grado de distancia, y bajo esta lógica, funciona.
Sin embargo, una cosa es mantener el interés y la seducción y otra, muy distinta, es aparentar desinterés cuando en realidad la otra persona nos importa.
“Tenemos la idea de que si mostramos interés, quedamos vulnerables frente a la posibilidad del rechazo y entonces, muchas veces no lo hacemos por miedo.
Es como si se tratara de un juego de roles en el que quien muestra sus sentimientos pierde, y esto nos mete en una dinámica que puede llegar a ser muy tóxica.
Estrategias como ‘dejar en visto’ o ‘llamar solo cuando me llaman’ son tácticas que todos usamos, pero si las evaluamos en profundidad, vemos que solo complican las relaciones”, dice Carolina.
El guión social y sus efectos
Según la experta, se ha creado una especie de guion del cual no podemos salir y que tiene que ver con los roles que la sociedad nos ha asignado en una conquista.
En este guion, hacerse “el o la difícil” nos ayudaría a captar la atención de la persona que nos gusta y a conseguir que nos desee intensamente.
Incluso hay canciones que lo refuerzan. Como la de Ricardo Arjona que literalmente nos invita a no mostrar interés cuando dice:
“Dime que no / Me tendrás pensando todo el día en ti / Planeando la estrategia para un sí”. Y hay muchas más.
“Nos han acostumbrado a que esa es la manera de atraer a otros, pero esto nos hace ser menos espontáneos.
Si imaginamos cuántas personas dejan de tener sexo en una primera cita para que la otra persona no piense mal de ellos o ellas, nos daríamos cuenta de que muchas veces, en este afán de no mostrarnos vulnerables, somos poco honestos con nosotros mismos y también con la otra persona”, agrega Carolina.
La diferencia de género en la demostración de interés
Es distinto cuando es una mujer la que muestra interés, en comparación con un hombre.
“Desde la lógica tradicional aparece la idea de que el hombre es el conquistador y la mujer es la conquistada.
Culturalmente, tenemos un tema con el deseo femenino y muchas veces se pone a la mujer en la dicotomía de la ‘puta’ o la ‘virgen’.
La mujer deseante suele verse como alguien que no es para el compromiso o para formar una familia, sino solo para divertirse, y eso nos lleva a reprimir nuestro deseo e interés”, explica Aspillaga.
Dice también que ese juego de roles nos pone a las mujeres en la posición de ser elegidas, en lugar de ser quienes eligen.
“El problema es que si nosotras no mostramos interés, también se reduce nuestra posibilidad de elegir, porque solo podemos mostrar interés o reciprocidad a quien nos está eligiendo.
Nos deja en una posición de mayor pasividad respecto de nuestros vínculos o con quienes queremos relacionarnos afectivamente.
Como no estamos acostumbradas a mostrar interés, quedamos en la posición de objeto de elección más que de sujetos que eligen”.
El impacto de la indiferencia
La psicóloga Loreto Vega agrega que además de la construcción social que ha establecido el desinterés e indiferencia como formas de conquista, existen algunos perfiles de personas que necesitan ser ignoradas para enamorarse.
“No es una condición natural; el entorno y contexto sociocultural también han estereotipado las relaciones amorosas.
Sin embargo, la manera de vincularnos revela aspectos como la falta de autoestima, la dificultad para relacionarse e incluso, a veces, el exceso de ego, porque son personas que necesitan retos para reafirmarse”, explica.
Aclara que justamente por eso es crucial dejar de establecer reglas sobre cómo debería ser una conquista, porque en personas que no están emocionalmente estables, la indiferencia o sentirse vulnerables al mostrar sentimientos, podría ser muy dañino.
La simplicidad de ser auténtico
“Sería mucho más simple poder decirle a alguien que nos interesa, o no, y desde ahí ver qué pasa.
De esta manera, nos ahorraríamos malos entendidos e inseguridades, formaríamos relaciones mucho más sanas y podríamos mostrarnos tal cual somos”, concluye.