No naciste para encajar en todos lados
Y eso no es un defecto.
Es una señal de que tu esencia es más grande que ciertos entornos.
A veces te esfuerzas demasiado por ser aceptado
Cambias tu forma de hablar.
Reduces tu energía.
Ocultas tus opiniones.
Pero ¿vale la pena ser aprobado si para lograrlo tienes que dejar de ser tú?
Ese tipo de pertenencia es cara.
Y la factura llega en forma de vacío, incomodidad o desgaste emocional.
Espacios pequeños no siempre son físicos
A veces son dinámicas que te limitan.
Personas que te etiquetan.
Ambientes donde no puedes crecer sin molestar.
Tu esencia no es negociable
Puedes adaptarte, claro.
Pero adaptarte no es reducirte.
No es fingir menos luz para que otros no se sientan opacados.
Minimizarte nunca fue la solución
De hecho, es el camino más directo a la frustración.
Porque vivir a medias nunca te va a llenar por completo.
Quien te ama o te valora de verdad no necesita que te hagas más pequeño
No le incomoda tu energía, tu claridad, tu voz.
Te quiere libre, no editado.
Tú no eres responsable de que los demás no estén listos para recibirte completo
Tampoco estás obligado a quedarte donde no cabes.
El mundo está lleno de lugares donde no te ajustas
Pero también hay espacios que esperan exactamente lo que tú eres.
Sin filtros.
Sin correcciones.
Acomodarte a la fuerza solo te rompe por dentro
Y un día, si no haces algo, olvidas quién eras antes de empezar a reducirte.
Recuerda esto: no todas las puertas son para ti
Y está bien.
A veces, en lugar de tocar más puertas, necesitas construir la tuya.
No minimices tu esencia
No vale la pena encajar si eso implica desaparecerte poco a poco.
Donde no puedes ser tú, tampoco puedes ser feliz.