Amar a alguien que no se da cuenta de lo que sientes no solo es doloroso.
También puede ser confuso, frustrante y desgastante.
Es como gritar en un cuarto lleno de gente y no escuchar ni un solo “te escucho”.
Pero hay algo más importante que el amor no correspondido: tu autoestima.
Y aunque te cueste, debes protegerla.
Porque si no lo haces tú, nadie lo hará por ti.
No permitas que su indiferencia defina tu valor
Que ella no lo vea, no significa que no exista.
Tus detalles, tus palabras, tu intención sincera… son reales.
Y tienen valor.
No lo olvides solo porque ella lo pasa por alto.
Muchas veces, confundimos amor propio con orgullo.
Pero no se trata de demostrarle nada a ella.
Se trata de no olvidarte de ti mientras la estás amando a ella.
Recuerda que tu entrega no te hace débil
Ser un hombre emocional no es ser menos hombre.
Es tener el coraje de abrirse, de sentir, de mostrarse vulnerable.
El error no está en lo que das, sino en darlo donde no es recibido.
Mantener tu autoestima no es volverte frío, sino sabio.
Saber cuándo seguir y cuándo parar.
Cuándo insistir y cuándo soltar.
Cambia el enfoque: de demostrar a observar
Deja de esforzarte por hacer que te note.
Y empieza a mirar si ella tiene interés en notarte.
Porque el amor sano no es algo que se arranca.
Es algo que se ofrece y se recibe con naturalidad.
Si ella no responde, no preguntes mil veces qué pasa.
No esperes a que cambie con la esperanza de que un día lo entienda todo.
Porque mientras esperas, tú te apagas.
Rodéate de lo que sí te ve
Personas que te escuchen sin que tengas que rogar atención.
Proyectos que te motiven.
Momentos en los que tú mismo vuelvas a verte con orgullo.
Porque cuando te sientes visto por ti mismo, lo externo pierde poder.
No conviertas el amor en una lucha interna
Amar no debería doler todo el tiempo.
Y tu autoestima no debería depender de sus reacciones.
Estás para compartir amor, no para perderte intentando que alguien lo vea.
Una decisión con fuerza emocional
Si ella no lo nota, tú sí.
Tú sabes todo lo que has hecho.
Todo lo que has sentido.
Todo lo que has entregado.
Y eso basta.
No para rendirte.
Sino para decidir si sigues allí… o si eliges un lugar donde también seas visto, cuidado y valorado.
Porque al final del día, tu amor vale.
Pero tu autoestima… vale aún más.