Ella no te valora como mereces, pero tú puedes comenzar a hacerlo por ti mismo

Deja de esperar que te reconozcan

Hay un momento en el que ya no se trata de lo que ella hace o deja de hacer, sino de lo que tú decides permitir. Porque seguir esperando que alguien te valore mientras tú mismo te estás dejando en segundo plano, no es amor… es abandono emocional disfrazado de lealtad.

No necesitas que ella reconozca todo lo que das para empezar a reconocerlo tú. Y eso no es orgullo, es respeto. Respeto por tu tiempo, por tu entrega, por tu manera de amar, por todo lo que te convierte en alguien que merece ser elegido con convicción, no por costumbre ni por lástima.

Si ella no lo ve, tú sí debes verlo

Si ella no nota lo que vales, el problema no está en ti. Está en su incapacidad para ver. Pero si tú lo pasas por alto también, entonces el problema empieza a ser tuyo. Porque nadie más tiene la responsabilidad de darte el valor que tú mismo te estás negando.

No confundas entrega con sacrificio

Empieza por dejar de esforzarte tanto por alguien que no mueve un dedo por ti. No se trata de devolver con indiferencia, sino de entender que dar amor no significa sacrificar tu dignidad. No puedes seguir dando y dando sin preguntarte si tú también estás recibiendo lo mínimo que necesitas para sentirte vivo, visto y cuidado.

Revisa quién sostiene realmente la relación

Recuerda que el amor no se mide solo por lo que uno da, sino también por cómo el otro lo sostiene. Y si eres tú el que sostiene todo, con palabras, acciones, paciencia y presencia, mientras del otro lado hay frialdad, excusas o simples ausencias, entonces eso no es una relación: es una dependencia emocional disfrazada de esperanza.

Empieza a darte lo que te falta

Empezar a valorarte no significa volverte egoísta. Significa que dejas de rogar. Que dejas de hacer castillos en el aire con alguien que solo te ofrece migajas. Significa que decides darte a ti el trato que te está faltando, y que en lugar de preguntarte por qué no te cuida, empiezas a preguntarte por qué tú no lo haces.

Vuelve a ti, sin miedo

Haz espacio para ti. Recupera lo que has pospuesto por enfocarte en ella. Escucha tu voz, tus necesidades, tu cuerpo, tus silencios. A veces nos perdemos tanto en demostrar amor, que dejamos de ser nuestro propio refugio. Y ahí es cuando más fácil caemos en la trampa de aceptar lo que no merecemos.

Si se da cuenta tarde, ya no importa

Si el problema es que no sabes cómo alejarte, empieza por alejarte de la idea de que sin ella no estás completo. Porque sí lo estás. Lo has estado siempre. Solo que olvidaste tu fuerza mientras tratabas de sostener lo que nunca fue mutuo.

Y si un día ella nota lo que perdió, será su proceso. No el tuyo. Tu proceso es ahora. Es mirar hacia adentro, es reordenarte, es decidir que el amor empieza por casa. Y tu casa eres tú.

Una última verdad

Ella no te valoró, está bien. Ahora te toca a ti hacerlo. Y créeme, cuando lo haces de verdad, ya no aceptas menos.