A veces, la soledad pesa.
Y el deseo de compartir la vida con alguien puede hacernos apresurar decisiones.
Pero no cualquier compañía llena.
Y no toda relación construye.
Hay una clase de mujer que no solo acompaña.
Suma.
Y por ella vale la pena esperar, aunque el camino sea largo.
No se trata de buscar perfección
La mujer que vale la espera no es perfecta.
Se equivoca, tiene días grises y momentos de duda.
Pero aún así, elige con conciencia.
No ama desde la necesidad, sino desde la libertad.
Y eso lo cambia todo.
¿Cómo es esa compañera?
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Te escucha de verdad, no solo espera su turno para hablar
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No se burla de tus emociones, las valora
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No se va cuando algo no le gusta, lo enfrenta contigo
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Te impulsa sin exigirte que seas otro
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Sabe estar contigo, pero también sabe estar sola
No está contigo por miedo a estar sola.
Está porque te elige.
Una mujer así no se encuentra todos los días
Por eso no se busca con prisa.
Ni se acepta cualquier relación solo para llenar un vacío.
Porque cuando ella llega, lo notas.
Te calma, no te complica.
Te fortalece, no te drena.
Y entonces entiendes por qué no funcionó con nadie antes.
Ella no necesita cambiarte
No te quiere perfecto.
Te quiere real.
Y eso incluye tus errores, tus silencios, tus momentos raros.
Pero también espera de ti lo mismo: verdad, presencia, compromiso.
No pide lo que no da.
Y no promete lo que no puede sostener.
Esperar por alguien así no es perder el tiempo
Es respetarte.
Es honrar tu camino.
Es saber que el amor no debe doler todo el tiempo ni ponerte a prueba a cada paso.
Una buena compañera no viene a salvarte.
Viene a caminar contigo.
Y eso, en esta época, es un acto de amor poco común.