A veces pasa tan lento, que no lo notas.
Primero cedes en algo pequeño.
Luego dejas pasar un comentario.
Después cambias planes sin protestar.
Y cuando te das cuenta, ella ya decide por los dos.
Y tĂș apenas si participas.
No siempre es por maldad.
A veces ocurre porque tĂș lo permitiste.
Porque fuiste dejando espacios vacĂos que alguien mĂĄs ocupĂł.
Y cuando ella se acostumbra a decidir todo, a marcar el rumbo, a controlar⊠es difĂcil que pare sola.
¿Por qué cedes tanto sin notarlo?
Tal vez para evitar conflictos.
Tal vez porque crees que eso es âamar bienâ.
Tal vez porque perdiste confianza en tus propias decisiones.
Sea como sea, el resultado es el mismo:
Una relación desequilibrada, donde uno manda⊠y el otro obedece sin decirlo.
Señales de que ella toma el control de todo
-
Decide qué hacen, cuåndo lo hacen y cómo lo hacen.
-
Opina sobre tus amistades, tu familia o tus decisiones personales.
-
Espera que te adaptes sin cuestionar.
-
Se molesta si propones algo distinto a lo que ella ya tenĂa en mente.
-
Minimiza tus ideas o las descarta sin escucharlas del todo.
Y si esto se repite dĂa tras dĂa, tu voz empieza a desaparecer.
No porque no tengas nada que decir.
Sino porque dejaste de sentir que importa.
¿Qué pasa si no reaccionas?
Te apagas.
Te adaptas mĂĄs de la cuenta.
Y lo peor: te acostumbras a no ser tĂș.
Una relaciĂłn asĂ no se vuelve tĂłxica de un dĂa para otro.
Pero sĂ va desgastando tu autoestima.
Tu energĂa.
Tu claridad.
CĂłmo reaccionar sin destruir la relaciĂłn
No se trata de pelear.
Ni de recuperar el âcontrolâ a la fuerza.
Se trata de recuperar tu presencia.
-
Empieza a decir lo que piensas, aunque sea incĂłmodo.
-
PropĂłn, sugiere, toma decisiones propias.
-
SĂ© claro con lo que quieres y con lo que no.
-
Observa cĂłmo reacciona ella cuando dejas de ceder.
Si hay amor maduro, habrĂĄ espacio para ajustar.
Si solo habĂa comodidad en tener el control, habrĂĄ resistencia.
Y eso también te dice mucho.
Recuerda: nadie puede tomar tu lugar si tĂș no lo dejas vacĂo
TĂș tambiĂ©n tienes derecho a decidir.
A marcar el ritmo.
A decir âesto sĂâ y âesto noâ.
El equilibrio en una relaciĂłn se construye.
Pero empieza por uno.